Evidencia científica y telefonía móvil
Recientemente se han publicado y difundido los resultados de dos importantes estudios científicos de gran duración, coste económico e importancia. El primero de ellos es un estudio americano, realizado por el Programa Nacional de Toxicología (NTP) del «National Institute of Environmental Health Sciences (NIEHS)» que forma parte del «National Institutes of Health (NIH)» del Gobierno de los Estados Unidos, y ha costado 28 millones de dólares. En él se han estudiado los posibles efectos carcinogénicos de la radiación de radiofrecuencias de los teléfonos móviles en ratones y ratas y se ha encontrado una evidencia clara de riesgo de cáncer.
El profesor James C. Lin, presidente del Comité Permanente de Física y Tecnología del ICNIRP (Comisión Internacional para la Protección contra las Radiaciones No Ionizantes) entre 2008 y 2012 y editor durante años de la importante revista científica «Bioelectromagnetics», publicó recientemente un artículo en la revista de la más importante Asociación Internacional de Ingenieros (Revista IEEE), sobre los resultados del estudio del NTP, señalando que sus resultados sugieren que las pautas actuales de exposición a radiofrecuencias son inadecuadas para proteger la salud humana. El artículo del Profesor Lin resume las conclusiones de una conferencia en la que los 14 científicos del panel independiente de revisión por pares del estudio del NTP se reunieron durante tres días (entre el 26 y el 28 de marzo de este año en el Research Triangle Park, Carolina del Norte) y estuvieron de acuerdo con esta interpretación de sus resultados. Esta persona hasta ese momento defendía la postura contraria, que es la del ICNIRP (International Commission on Non-Ionizing Radiation Protection), Organismo privado que funciona desde hace muchos años como asesor de la Organización Mundial de la Salud para el tema que nos ocupa. Históricamente han aparecido numerosas evidencias del apoyo directo o indirecto de la industria de las telecomunicaciones a numerosos miembros del ICNIRP.
Para el Dr. Hardell del Departamento de oncología de la Universidad de Orebro (Suecia), que dirige el grupo que más investigaciones ha publicado en revistas científicas de impacto sobre este tema, los hallazgos del NTP sobre los resultados de schwanoma y glioma en roedores son de especial preocupación, ya que corroboran los resultados publicados en las investigaciones epidemiológicas humanas que se han realizado hasta ahora.
El segundo estudio es italiano, lo ha realizado durante diez años el prestigioso Instituto Ramazzini y ha sido publicado en la revista científica «Environmental Research». Sus hallazgos sobre la exposición a radiofrecuencias en el campo lejano son consistentes y refuerzan los resultados del estudio NTP sobre la exposición en el campo cercano, ya que ambos encontraron un aumento en la incidencia de tumores del cerebro y corazón en roedores expuestos a radiofrecuencias. Además, estos tumores son del mismo tipo histológico que los observados en estudios epidemiológicos realizados con usuarios de teléfonos móviles. Ambos estudios experimentales proporcionan evidencia suficiente para solicitar la reevaluación de las conclusiones de la Agencia de investigación del cáncer (IARC) de la OMS, con respecto al potencial carcinogénico de las radiofrecuencias en humanos.
De la misma manera, en estos días coinciden dos llamamientos internacionales, el primero de ellos promovido precisamente por el Dr. Hardell, dirigido a las Naciones Unidas, a la Organización Mundial de la Salud y a todos los gobiernos, reivindica que no se acepten las directrices del ICNIRP ya que no son científicas y representan un grave riesgo para la salud humana y el medio ambiente, ya que permiten la exposición perjudicial de la población mundial, incluidos los más vulnerables. Dichas directrices solo protegen a la industria, no a la salud pública y por ello pide que se adopten unos límites verdaderamente protectores de los efectos nocivos conocidos de la exposición a los campos electromagnéticos (100 kHz a 300 GHz).
El segundo llamamiento promovido por el norteamericano Arthur Firstenberg, y firmado por científicos, médicos y organizaciones ambientales, insta a que se paralice el despliegue de la red inalámbrica 5G (quinta generación), incluida la red 5G de los satélites espaciales. La implantación del 5G incrementará exponencialmente la exposición a la radiación de radiofrecuencia (RF) de las telecomunicaciones en relación con las actuales redes 2G, 3G y 4G. La radiación de radiofrecuencias ha demostrado ser dañina para los humanos y el medio ambiente y el despliegue del 5G constituye un experimento sobre la humanidad y el medio ambiente que bajo el prisma del derecho internacional puede definirse como un crimen contra la humanidad.
En España y otros países la normativa en materia de telecomunicaciones se ha elaborado más pensando en el interés de las grandes empresas para facilitar la implantación de antenas, que en el derecho de los ciudadanos a poder vivir en un ambiente alejado de la contaminación electromagnética. Además, la normativa española no obliga a las empresas a disponer de seguros de responsabilidad civil por los posibles daños a la salud de las personas causados por contaminación electromagnética. Una sociedad que prescinde de las advertencias de sus científicos es una sociedad que camina irremisiblemente hacia el desastre: el despliegue del 5G conllevará la ampliación del espectro de afectados a toda la población, con miles de nuevas antenas ubicadas a pocos metros de los domicilios y lugares de trabajo.